RELATOS COTIDIANOS: CAPÍTULO 2 Y AHORA...¿QUÉ HAGO? (bajo licencia de Creative Commons)

18 enero 2009

CAPÍTULO 2 Y AHORA...¿QUÉ HAGO? (bajo licencia de Creative Commons)

Ya sin la presión de estar obligada a sacarme leche, lo primero que hice fue ordenarle a mi marido que fuera corriendo a la farmacia a comprar la leche en polvo que utilizaban en la clínica.
La primera recomendación del médico que había firmado el alta fue, que la habitación donde el niño estuviera ubicado quedara libre de polvo. Poco faltaba entonces para plumerear hasta al padre en pos de seguir al pie de la letra sus instrucciones.

En un helado día de otoño, nos instalamos en casa, como si ésta fuera la sucursal de la incubadora. Todas las estufas permanecieron encendidas al máximo hasta la primavera. Y un frasco de desinfectante en aerosol, recibía en la puerta de entrada a las visitas que se acercaban a conocer a «M».

La primera noche colocamos a la criatura al costado de nuestra cama. Tenía que levantarme cada 3 horas para darle la mamadera. Y acto seguido, el cambio de pañales.
Mis noches entonces no resultaban muy placenteras que digamos. Cuando conseguía dormirme profundamente, el llanto de «M» comenzaba a destrozarme los tímpanos.
Igualmente, debo reconocer que mi marido se hizo cargo más de una vez de calmarlo por las madrugadas.

No se por qué, siempre es consejo de vieja, o de estirada. Pero seguramente habrán oído decir por ahí que hay que aprovechar cuando el crío duerme para descansar nosotras. Como recomendación, suena interesante. Pero me gustaría que alguien me explicara cómo se hace.
Si el chico se despierta cada 3 horas, hay que darle la leche, esperar que haga el provechito, cambiarle los pañales y pedirle por favor que vuelva a dormirse, entonces, ya pasó una hora. Me quedan dos. Si yo duermo. ¿Quién lava, plancha, cocina y limpia?

Para mi comodidad, había comprado tres mamaderas. Como no tenía esterilizador, por las mañanas, las colocaba en una cacerola con agua y las dejaba hirviendo. A continuación, quedaban boca abajo para que se escurrieran. Nada de repasadores ni toallas.
Por último, procedía al llenado. De manera tal que ya tenía tres tomas listas que iban directamente a la heladera.
Igual suerte corrieron los chupetes. Si bien «M» los utilizó por un periodo muy corto, tenía varios que iba cambiándole para que no se aburriera.

Al mes y medio de estar él instalado en casa, me desperté una mañana pegando un salto en la cama. Desperté a mi marido y le comenté que «M» no había llorado en toda la noche y que ya habían pasado como 8 horas de la última mamadera. Nos acercamos sigilosamente para controlar que el chico respirara. Y sí, respiraba.
Cuando le comenté este detalle a la pediatra, temí que me pidiera que despertara al bebé para alimentarlo, ya que aún era pequeño. Pero no se sorprendió y en cambio, su respuesta me tranquilizó:
-Y... si duerme 12 horas, te felicito. Aprovechá y dormí vos también.


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8 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Creo que sólo el amor de madre pueda dar la fuerza necesaria para hacer todo eso sin sucumbir.

Besos.

Anónimo dijo...

Con mi primogénita no supe lo que era levantarse de noche, jamás!!!, era (y es!!) una momia durmiendo!!jajajaaa

Ahora con Candorito, me tuvo al trote hasta el año y medio!!! y además, mi carácter, por la falta de sueño, era horribleeee!!!

Pero como todo... el tiempo pasa, y todo cambia!!, por suerte.

Muy bueno su relato, da ganas de seguir conociendo esta etapa de su vida!!!

Besotes y mi candor, siempre!!

gamar dijo...

Cuando alguien nos pregunta como se porta nuestra b b de 3 meses, yo les digo que muy bien y que duerme toda la noche. Mi mujer gira la cabeza como la del exorsista para mirarme y creo que con ganas de acogotarme. Ella dice que de noche llora. A mi no me consta.

Saludos...Y no me odien

Fabiana dijo...

Toro Salvaje: Esta vez no coincido tanto con vos. Por suerte hay muchos padres, buenos compañeros capaces de hacer lo mismo que una mamá.
Pero las mujeres tenemos que alardear sobre nuestra condición de madres y abnegadas. Jaja.
Buen fin de semana.

Cando: Igualmente "M" comezó a dormir toda la noche al mes y pico. Pero para mí fue una eternidad. Pleno invierno, levantarse a calentar la leche. Horrible.
Ahora él también duerme como un tronco. Igual que yo.
Le mando un beso grande.

Gamar: Y si yo fuera su mujer cumpliría con ese deseo de acogotarte. Hay pocas cosas más desagradables en la vida que observar al compañero de cuarto durmiendo como un madril (y más de uno roncando) mientras una va y viene con las ojeras por el piso.
Saludos.

Ivana Carina dijo...

Naaa, mi retoñor dormía las 24 horas! jajajaja!

Con 4,390 kg y 52 cms, era un chico de 2 meses, con bastante reserva de comida! jajajja!

En serio! Yo me asustaba porque el tipo ni mu hacía.....

Solo lloraba durante la noche si había que cambiarle los pañales, si no..... Nada....

Me encanta tus chapters!! Pero solo hay dos no más?? Vaaamos, que quiero seguir la trama!!!

Beso!

Claudia Sánchez dijo...

Me emociona tanto leer tu historia, porque me hace repasar la mía con mi "R", que no voy a comentarte nada. Me la voy a leer completa y chau. Después te mando fotos!
Besos,

Marcela, de Mujeres de 40 y más! dijo...

Hola Fabi!
Soy la menos indicada para opinar porque no soy mamá, pero disfruto mucho del relato de todas maneras!

Un beso

Fabiana dijo...

Ivana: Faltan unos cuantos. De a poquito todo llega.
Besitos.

Claudia: Supongo que a todas nos van pasando las mismas cosas con nuestros hijos. Tampoco descubrí América, pero está bueno identificarse con los relatos ajenos.
Nos vemos la próxima.

Marce: Gracias. Y en cuanto a lo de la opinión, vale. Justamente porque no sos mamá te debe causar mucha gracia la cantidad de situaciones ridículas que la maternidad nos brinda.
Un abrazo.

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