RELATOS COTIDIANOS: UN VIOLINISTA EN EL METRO

21 febrero 2009

UN VIOLINISTA EN EL METRO



Un hombre se sentó en una estación del metro en Washington y comenzó a tocar el violín, en una fría mañana de enero.

Durante los siguientes 45 minutos, interpretó seis obras de Bach. Durante el mismo tiempo, se calcula que pasaron por esa estación algo más de mil personas, casi todas camino a sus trabajos.

Transcurrieron tres minutos hasta que alguien se detuvo ante el músico. Un hombre de mediana edad alteró por un segundo su paso y advirtió que había una persona tocando música.

Un minuto más tarde, el violinista recibió su primera donación: una mujer arrojó un dólar en la lata y continuó su marcha.

Algunos minutos más tarde, alguien se apoyó contra la pared a escuchar, pero enseguida miró su reloj y retomó su camino.

Quien más atención prestó fue un niño de 3 años. Su madre tiraba del brazo, apurada, pero el niño se plantó ante el músico. Cuando su madre logró arrancarlo del lugar, el niño continuó volteando su cabeza para mirar al artista. Esto se repitió con otros niños. Todos los padres, sin excepción, los forzaron a seguir la marcha.

En los tres cuartos de hora que el músico tocó, sólo siete personas se detuvieron y otras veinte dieron dinero, sin interrumpir su camino. El violinista recaudó 32 dólares. Cuando terminó de tocar y se hizo silencio, nadie pareció advertirlo. No hubo aplausos, ni reconocimientos.

Nadie lo sabía, pero ese violinista era Joshua Bell, uno de los mejores músicos del mundo, tocando las obras más complejas que se escribieron alguna vez, en un violín tasado en 3.5 millones de dólares.

Dos días antes de su actuación en el metro, Bell colmó un teatro en Boston, con localidades que promediaban los 100 dólares.




Esta es una historia real. La actuación de Joshua Bell de incógnito en el metro fue organizada por el diario The Washington Post como parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las prioridades de las personas. La consigna era: en un ambiente banal y a una hora inconveniente, ¿Percibimos la belleza? ¿Nos detenemos a apreciarla? ¿Reconocemos el talento en un contexto inesperado?

Una de las conclusiones de esta experiencia, podría ser la siguiente: "Si no tenemos un instante para detenernos a escuchar a uno de los mejores músicos interpretar la mejor música escrita, ¿Qué otras cosas nos estaremos perdiendo?"



12 comentarios:

Cecy dijo...

Conocia esta historia.
Increible, verdad?
Bueno hay que detener la marcha un poco.
Besos.

Cecy dijo...

Conocia esta historia.
Increible, verdad?
Bueno hay que detener la marcha un poco.
Besos.

Marina Judith Landau dijo...

Casualmente yo hace un tiempo publique esta historia en mi blog, con el video de su actuación en el metro.
Es increible lo que hace el ritmo de vida, que apaga nuestra sensibilidad a punto de pasar de largo ante algo tan exquisito. Y tambien el modo en que nos venden lo que quieren,, y compramos lo que nos venden. Pagamos mucho dinero para ver a alguien cuando goza de cartel, no?
Un abrazote.

Ivana Carina dijo...

Interesante la última conclusión de esta experiencia.....

¿Qué nos estaremos perdiendo?

Muy buena la entrada!! Gracias por compartirla!

Un beso!

Natalia dijo...

Fabi no conocia esta historia, pero me parecio fanastica como reflexion, ya que muchas veces andamos tan apurados por la vida que nos olvidamos de las cosas bellas que hay en ella y delante de nosotros.

te mando un fuerte abrazo y que tengas un precioso dia!

Antonieta H. dijo...

:O no conocía la historia pero que interesante...y si de cuantas cosas nos estaremos perdiendo por no detenernos

saludos fabi

Gatadeangora dijo...

Creo que nos perdemos muchisimas cosas pero llevamos siempre tanta prisa y es tan poco el tiempo que tenemos, que nos estamos perdiendo cosas maravillosas e importantes...A veces llega un dia que paramos y escuchamos a la vida.Espero que así sea, por el bien de todos.
Besos

Fabiana dijo...

Cecy: Me pareció increíble hasta que pude corroborarla. Y era cierta.
Bueno, así somos los humanos...
Un beso.

Dondelohabredejado: Creemos que los genios están siempre en la vidriera y suponemos que cuanto más pagamos, más genios son.
Este es un buen ejemplo de la estupidez humana.
Un abrazo.

Ivana: Sin dudas estamos dejando pasar la vida. Nos estamos perdiendo todo lo que pasa por delante de nuestras narices. Es una pena.
Saludos.

Nataly: El estudio lo demuestra claramente. El ritmo de vida que llevamos, no nos permite disfrutar absolutamente de NADA. Sería cuestión de parar un poco. ¿Pero cómo se hace?
Besos.

Bluesoul: Me atrevo a decir que no somos capaces de mirar al que tenemos al lado. Ni siquiera sabemos de nuestros vecinos...
Te mando un abrazo.

Gatadeangora: Así vivimos. A las corridas. Con los sentidos puestos en horarios y obligaciones. Bueno, así nos va...
Saludos.

Ra dijo...

el otro dia habia un flaco en el subte tocando el violin, siempre lo veo, y pienso: hace tanto tiempo que toca los mismos temas y los sigue tocando mal!!!!

Fabiana dijo...

Ra: Pobre tipo. Bueno, este artículo del violinista intenta hacernos reflexionar sobre la falta de atención frente a los problemas cotidianos. Pero si el tipo toca mal, por más que les cedan el Colón, va a seguir siendo un desastre.
Besos.

Anónimo dijo...

Qué linda y sabia historia! no la conocía, Fabi. Me gustó mucho leerla.

Beso

Fabiana dijo...

Marce: Nos deja algo para pensar...
Besitos.

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