RELATOS COTIDIANOS: marzo 2008

29 marzo 2008

NUEVA AUTORIDAD (bajo licencia de Creative Commons)

Después de varios años de formar parte de la comunidad del colegio al que asiste mi hijo, tuve la desdicha de ver derrumbarse la excelencia educativa que históricamente distinguió al establecimiento de otros tantos municipales pertenecientes al mismo distrito.
La Dirección optó por hacer la vista gorda, priorizar cualquier actividad a las horas curriculares y concedió a sus alumnos libertad para que "literalmente" hicieran lo que quisieran, aún en presencia de los docentes.
A lo largo de los últimos dos años, podría asegurar que la escuela había quedado acéfala.
Por suerte para todos, el Director consiguió un ascenso y dejó su cargo temporariamente vacante.
Por suerte para pocos, acaba de asumir en su lugar una nueva Directora que dejó entrever desde el primer día de clases mucho carácter y la firme convicción de poner las cosas nuevamente en su lugar.
Todas las mañanas, en la puerta de entrada al colegio, se oye murmurar a los padres. Algunos a favor y otros tantos en contra de tamaña decisión de obrar como corresponde.
Hace unos días, se me acercó una mamá para consultarme acerca de la actitud de la nueva autoridad. Le respondí que me parecía acertada sobre todo para nuestros hijos que están a un paso de entrar en la escuela secundaria.
No compartió mi idea.
Le pregunté si ella tenía aguna información que yo desconociera. Si sabía de maltratos tanto físicos como psicológicos.
-No. (Me respondió). Pero grita mucho. Parece una directora de hace 30 años...
Yo no podía creer lo que estaba escuchando. "¡Grita mucho!" Pobrecitos los angelitos...A ver si se trauman todavía.
Cuando volví a mi casa me puse a pensar que hace unos 30 años, yo cursaba la escuela primaria. Y recordé que a nuestros superiores se les hablaba con respeto, que en las horas de clase no volaba una mosca, que no nos permitían "matarnos" en los recreos y que nuestros padres se mantenían en contacto permanente con los docentes, aunque jamás se les iba a ocurrir agredirlos por señalar actitudes negativas de sus hijos.
Y entonces llegué a una conclusión: ojalá que esta Directora se parezca aunque sea un poquito a las de aquella época. Por el bien de todos y por el futuro de nuestros hijos.

21 marzo 2008

MUJERES FEMINISTAS (bajo licencia de Creative Commons)

No tengo dudas de que en las últimas décadas del siglo XX, se modificaron las conductas de las mujeres en el mundo occidental.
¿Quién no recuerda la imagen de alguna abuela rodeada de hijos?
La mujer nacía para eso, casarse y ser madre.
Salvo algunas revolucionarias que tuvieron la osadía de estudiar y se convirtieron en excelentes profesionales, la mujer tuvo siempre un destino preestablecido por la sociedad. A ninguna se le hubiera ocurrido reclamar por sus derechos. ¿Qué derechos?
Aún así dadas las cosas, ellas eran felices. Se casaban muy jóvenes y traían al mundo un batallón de críos. No había planificación familiar por aquellos tiempos, pero igual todos eran bien recibidos.
Imaginen que no había televisores (rareza impensada para esta época). Pero...¿Qué otras cosas no había entonces?
Por empezar, pañales descartables, pero tampoco tenían heladera, lavarropas, microondas, aspiradoras ni las modernas procesadoras. No existían los grandes supermercados ni los delivery. De modo tal que la señora de la casa recorría diariamente el barrio en busca de los alimentos necesarios para su subsistencia y la de su familia.
También era común que ellas supieran coser, tejer y hasta bordar. De modo que no era nada extraño ver a todos los niños uniformados con prendas hechas en casa.
Si hoy tuviéramos que vivir bajo semejantes condiciones, no nos alcanzaría un día de 48 horas para cumplir con nuestras obligaciones.
De vivir así, no habría manifestaciones por los derechos de la mujer, pues no tendríamos tiempo de asistir a ellas.
La mujer, en los últimos 50 años, intentó reivindicar la igualdad respecto del hombre. Y tanta lucha comenzó a dar sus frutos.
Así, cada vez fue más sencillo conseguir trabajo casi a la par del hombre, aunque con sueldos inferiores. Pero no importó. Todo fuera por nuestros derechos.
Cualquier mujer aprendió a cambiar lamparitas, cueritos y a arreglar enchufes con la mera finalidad de equipararnos con el sexo fuerte. Pero no importó. Todo fuera por nuestros derechos.
Las más crédulas creyeron haber conseguido lo que tanto buscaban. Pero todavía faltaba un paso: la igualdad en las obligaciones domésticas.
Tanta insistencia en los reclamos, también dio sus frutos. Pero en este caso, a medias.
Hoy, los hombres son capaces de cambiar pañales y de ir de paseo por un supermercado. Pero no conozco hombre alguno que coopere. Porque cooperar significa trabajar en conjunto. Y lo que vemos habitualmente es a una señora feminista que sale corriendo de su trabajo cuando la han llamado de la escuela porque su hijo se sentía mal. A una señora feminista que lleva al chico al pediatra porque el padre del nene tiene una reunión de trabajo y no llega. A una señora feminista que llega a su casa luego de una ardua jornada laboral, se saca los zapatos y en medio del caos de su hogar se pregunta ¿Por dónde empiezo?
La misma señora feminista, seguramente saldrá corriendo a comprar algo rápido para la cena y quizás, si no hay ningún programa de televisión que se lo impida, su compañero inseparable se ofrecerá a lavar los platos para que ella pueda ayudar a sus hijos con las tareas escolares.
Humildemente, creo que el hombre se ha hecho a un lado para darle a la mujer el espacio que tanto reclamó. Es más, le ha cedido a la mujer su propio espacio con moño y todo.
Ya casi no hay hombres que se ofrezcan a pagar una cena o que nos corran una silla. ¿Para qué? Si somos iguales...
Tan iguales somos, que las mujeres en los últimos años, nos hemos puesto a la par con respecto a ellos. Ahora vivimos estresadas, somos hipertensas y padecemos enfermedades cardiovasculares casi como los hombres.
Ahora sí podemos expresar con orgullo que somos feministas...

18 marzo 2008

ARREGLANDO EL MUNDO (GARCÍA MÁRQUEZ)

Un científico preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos.
Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas.
Cierto día, su hijo de 7 años, invadió el lugar decidido a ayudarlo a trabajar.
El científico, nervioso, le pidió que fuese a jugar a otro lado, pero viendo que sería imposible sacarlo de allí, pensó en algo que pudiese distraer su atención.
Encontró una revista donde había un mapa del mundo. Justo lo que precisaba...
Recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta de pegar se lo entregó a su hijo diciendo:
-Como te gustan los rompecabezas, te desafío a que "repares" el mundo sin ayuda de nadie.
Aquel hombre supuso que al niño le llevaría unos diez días componer el mapa. Pero no fue así.
Pasadas algunas horas, la voz del niño lo sorprendió:
-¡Papá, papá, conseguí armarlo!
El científico pensó que sería imposible que a su edad hubiese conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes.
Desconfiado, levantó la vista, pero para su sorpresa, el mapa estaba completo.
¿Cómo fue posible?
-¿Cómo lo lograste? Preguntó el padre.
El niño respondió:
-Yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista vi que del otro lado estaba la figura de un hombre que sí sabía cómo era.
"Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo".
Gabriel García Márquez
A veces, nuestros problemas son difíciles de resolver, pero si los mirásemos al revés, con otra visión, allí podríamos encontrar la solución. Siempre existe una forma de resolver las cosas.

03 marzo 2008

ORGULLO ARGENTINO (bajo licencia de Creative Commons)

Los argentinos solemos tener poca memoria y ya ni nos acordamos de las penurias vividas hace algunos años. Nuestro país cumple ciclos y cuando creemos haber superado viejos problemas, éstos se reciclan y renacen como el Ave Fénix.
¿Se acuerdan de las empresas estatales? Por ejemplo ENTEL. ¿Quién no ha padecido una espera de hasta 20 años para conseguir solamente una línea telefónica? ¿Y SEGBA? ¿Recuerdan los cortes programados? Estaba todo perfectamente organizado. Los cronogramas se cumplían a la perfección en los tiempos previstos.
¿Y los trenes que perdían un millón de dólares por día? Un espanto.
¿Y la hiperinflación? No se cómo hemos sobrevivido a ella. Cada dos por tres había feriado bancario y cambiario.
Me estaba olvidando del despreciable "corralito" y eso que no fue hace tanto tiempo...
Gracias a Dios, hoy contamos con empresas felizmente privatizadas. Monopólicas pero privadas. La gente pasó a llamarse "cliente" en lugar de "usuario".
Ahora, lo que sobran son teléfonos, pero faltan operadoras que reemplacen a esos contestadores automáticos que nos ofrecen 150 opciones para poder hacer un reclamo...
Las empresas de energía, ya no realizan cortes programados. Últimamente cortan sin avisar. ¡Es que están al borde del colapso!
Nuestros trenes, por suerte, pasaron a manos también privadas. Por eso, ahora a la pérdida de dinero que provocan, se la llama "subsidio".
Gracias a Dios, no tenemos inflación, aunque mes a mes gastemos más, consumiendo lo mismo.
Además de estos adelantos tecnológicos, el nuevo siglo nos trajo algunos agregados para facilitar nuestra vida diaria.
La inseguridad se nos fue de las manos y ya no se puede controlar. Los piquetes forman parte de nuestro folklore y se transformaron en regla, no en excepción. Y los accidentes de tránsito están a la orden del día.
Tan normal es la Argentina de hoy, que nada nos conmueve. Nada nos extraña.
No he vivido años atrás una granizada como la de 2006 ni mucho menos la nevada del 9 de julio de 2007. Pero desde mi más tierna infancia, recuerdo los anegamientos en la Capital Federal (que ahora llamamos Ciudad Autónoma de Buenos Aires) a causa del desborde del arroyo Maldonado.
Y supongo que será para permitirme recordar parte de mi niñez, que después de más de 30 años, cuando caen dos gotas, salimos nadando hasta en barrios donde antes no se inundaba.
Claro, es que ahora, con la modernidad, generamos más basura y ensuciamos más las calles.
Ya me había olvidado que desde hace unos años, los argentinos pertenecemos al Primer Mundo. Menos mal... No puedo imaginarme cómo sería vivir en el tercero...

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